miércoles, 27 de febrero de 2013

Experiencia 27: Inventarse otras vidas


Este experimento es algo que hago casi todas las noches. En estos días que me voy a la cama y no consigo quedarme dormida, me pongo a divagar en mis pensamientos… hasta que concilio el sueño. En esos pensamientos hay de todo: cosas buenas, malas, peores, felicidad, angustia, tristeza, sonrisas… muchas veces incluso llega a darme miedo todo lo que se cuece en mi cabeza.

Pero lo que más suelo pensar es en eso, en otras vidas, en cómo sería yo, dónde habría nacido, dónde me habría criado, con quién, cuándo… me imagino que no soy morena, que no vivo en España, que soy alta… o que no vivo en mi casa, ni con mi familia, ni tengo estas amigas, muchas cosas que forman vidas nuevas.

Una de las que imagino es:

“¡Oh! Me llamo Catalina, soy millonaria, rubia, tengo el pelo rizado, una mansión increíble, tengo 24 años, cuatro hermanos y dos hermanas, vivo con mis padres en EEUU y, por supuesto, ¡de lujo! Mis padres han trabajado siempre juntos desde casa y mis hermanos son todos mayores que yo. Yo ahora no vivo con mis padres, sino en un chalet cerca de mi universidad con mis amigas, que son iguales que yo. La verdad es que se vive bien con ellas, todo es felicidad, todos los días nos vamos de marcha con nuestros amigos. Casi todas ellas tienen novio y se van a casar ya, pero yo prefiero estar soltera y no tener ningún compromiso por el momento, eso de bodas, hijos… me viene muy grande. Soy una estudiante que saca muy buenas notas…”

Ahora borro eso y comienzo de nuevo:

“Ahora me llamo Nerea, soy castaña, tengo el pelo muy, muy largo, vivo en un piso que casi se cae a trozos y lo hago con mi madre y mi hijo, no conozco a mi padre, según me contó mi madre, él se fue cuando yo nací. Tengo 21 años, tengo un hijo y vuelvo a estar embarazada. No tengo estudios porque nunca me han importado y me paso el día en casa limpiando o no haciendo nada. Me casé a los 19 años porque me quedé embarazada, pero me divorcié hace unos meses, la verdad es que estoy mejor sola. Nunca he sido la típica niña pija que lo tiene todo, más bien sería al revés, no he tenido casi nada en esta vida puesto que mi madre tuvo que criarme a mí y a seis hermanos más, y tuvo el primero con tan sólo 15 años...”

Y otra vez:

“Esta vez tengo 40 años, me llamo Julia y estoy en la cárcel. Sí, en la cárcel porque maté a tres personas hace año y pico. Soy morena, bajita y tengo el pelo rapado, estoy llena de piercings y tatuajes molones. Comparto celda con un tío que a veces hasta me da miedo, pero me estoy haciendo amiga de él. Estoy en la cárcel de Alcatraz, y el sitio está chulo, aunque los policías son muy brutos. Nadie viene nunca a visitarme, ya que mis hijas viven con su padre porque no quería que yo las viera, valiente capullo. Mi madre no quiere ni verme, dice que le doy miedo y hermanas no tengo, pero me gusta mucho mi forma de vivir, y, la verdad, es que aquí tampoco se está tan mal: me dan de comer y cenar todos los días (y es mejor que lo que comía cuando estaba vagabundeando por la calle), hay un gimnasio, duchas, y se hacen nuevos amigos. Mi abogado dice que me sacará de aquí, aunque lo veo difícil porque están pidiendo mi pena de muerte en la silla eléctrica por los asesinatos y varias denuncias que tengo de cuando era joven. Si creen que me voy a acojonar la llevan clara, a mi nada me da miedo…”

Y una nueva vez:

“Esta vez vivo en el siglo XX en Alemania y me está tocando vivir la II Guerra Mundial. Me llamo Anna y tengo el pelo cortito y muy mono, aunque últimamente no lo estoy cuidando mucho porque no puedo ducharme, mi mamá dice que todo va bien, pero yo veo que no. Vivíamos en un piso que estaba muy bien decorado y me encantaba, yo tenía todos mis juguetitos y me lo pasaba fenomenal. Pero soy judía, y, por lo visto, tengo un problema… Tengo 6 años y ahora estoy sola, han matado a toda mi familia y creo que quieren hacer lo mismo conmigo… pero he cogido a mi osito de peluche y él me protegerá, lo sé. Ahí están, buscando algo, no sé por qué hacen eso, ¡¿qué quieren?! No entiendo nada, ojalá estuviera aquí mi familia, conmigo. Se van, parece que no vuelven, yo salgo de mi escondite y no hay nadie… estoy muerta de miedo y no sé dónde ir ni qué hacer. De repente aparece una niña que conozco, ¡oh! Es mi vecina y amiga, tiene mi misma edad. Nos vamos a la calle a escondernos, pero nos ven los señores malos y se escucha ¡pum, pum!...”


Me despierto de mis pensamientos con el corazón acelerado… he pasado de ser una mujer muy feliz a morirme por una guerra.

En la primera vida, soy la típica niña de mamá y papá, la que tiene todo lo que quiere, cuándo lo quiere, cómo lo quiere y dónde lo quiere. Esta vida está fenomenal, ¿no? no tengo líos, ni problemas, mi familia vive de lujo y yo, por supuesto,  también, y encima ¡vivo en EEUU!. Era rica, me querían y no tenía ninguna enfermedad ¿qué más se puede pedir? Salud, dinero y amor son las tres cosas más importantes en la vida y ¡yo las tengo! A mi parecer, es una vida que no querría, este tipo de personas no suelen importarle nada, todo les da igual, no quieren a nadie, sólo piensan en dinero, fiestas, ropa… y su mayor problema es si no pueden ir a jugar al golf, ir a cenar a su restaurante favorito… problemas graves como puedes ver ¿eh?...

La segunda vida tampoco me gustaría vivirla, es un poco problemática ¿no? No me gustaría tener la mala suerte que tuvo Nerea en su vida. La típica familia cani en la que ni estudian, ni trabajan, no hacen nada bueno en sus vidas, se pasan el día en la plazoletita con el porrito y el litro y no saben lo maravillosa que puede llegar a ser esta vida. Este tipo de personas suelen tener muy mala educación, pero bueno se han criado así, han tenido esa mala suerte o buena para algunos.

La tercera es una vida bastante mala, no quiero pasar por el vagabundeo en las calles ni matar a nadie. Esa Julia tiene que estar muy loca y no quiere a nadie, supongo que no le habrán dado cariño en toda su vida, de lo contrario no sería así, seguro. No me gustaría tener que pisar ese sitio ni siquiera para visitar a alguien… pero bueno se lo merece, ¿no?, que no hubiera matado a nadie.

La última me da mucha pena, ella no tiene la culpa de nada, simplemente tiene una forma de vivir que, por culpa de un señor (si es que se le puede llamar así) terminará por llevarle a la muerte. Está sola y es muy pequeña, pobrecilla. Obviamente, no me gustaría vivir eso, tiene que ser muy doloroso, sobre todo porque han matado a tus padres y tú, sin poder evitarlo, lo has visto… se me erizan los vellos de tan sólo pensarlo…

Pero, ninguna de estas vidas, por maravillosa, trágica o mala que sean no se pueden comparar con la mía. Me da igual tener dinero, estar sola en un sitio del que no puedo salir, llevar una vida muy mala, tener un hijo muy joven… todo eso no importa, porque, cuando abro los ojos, en la cama de al lado veo a mi hermana pequeña, escucho a mi madre y a mi otra hermana hablar, veo las fotos y veo a un novio maravilloso, a unas amigas increíbles… a una familia que no cambiaría por nada en el mundo. Mi vida tal vez no sea la mejor del mundo, pero lo que sí que es lo mejor es a las personas que tengo a mi alrededor, las que me preocupan y a las que quiero. Eso, eso no lo cambio yo ni por todo el oro del mundo,  y puede que, para alguna gente, no viva bien, y es verdad, no vivo bien, vivo maravillosamente bien, con mi familia, novio y amigas. Sin ellos no sería nada de lo que soy ahora.

lunes, 18 de febrero de 2013

“El escarabajo de Wittgenstein y 25 experimentos mentales más”




Este interesante libro recoge 26 experimentos mentales más famosos de la historia.  Antes de adentrarme en uno de ellos, expliquemos qué es un experimento mental. Es un recurso que tiene la imaginación y que se emplea en la investigación de la naturaleza de las cosas. Como se puede intuir, estos experimentos no proceden de observación o experimentación física. Lo más curioso es que todas las ciencias modernas se sustentan, en parte, de estos experimentos.


Me voy a centrar en el capítulo llamado “C de caníbal ejemplificado por Santo Tomás”. Este experimento fue propuesto por Bertrand Russel en su “Historia de la filosofía occidental”. Fue un filósofo, matemático, lógico y escritor británico que vivió desde 1872 hasta 1970.



Este capítulo trata sobre la idea de que si un caníbal sólo se alimenta de carne humana cada parte de su cuerpo pertenece a la de otra persona. Entonces, el día del Juicio Final (en el que se supone que todos resucitaremos) si le diéramos todos los átomos a sus dueños verdaderos, quitándoselos a los caníbales que se lo han comido, ¿qué cuerpo tendría el caníbal? Este problema fue tratado por Santo Tomás de Aquino y, a continuación, veremos las posibles soluciones a esta pregunta a lo largo de la historia.

Haciendo un análisis exhaustivo sobre esta cuestión deberíamos empezar diciendo que Santo Tomás de Aquino fue el filósofo oficial de la Iglesia católica y que discute sobre este tema en su Libro IV de la “Suma contra los gentiles”. Como dije anteriormente, el día del Juicio Final los católicos creen que resucitaremos con vieja materia mortal, y a partir de ahí se envuelve el problema y las posible soluciones. El primero que debemos apuntar sería el propio Santo Tomás, según el que la identidad no depende de tener las mismas partículas, ya que nuestro cuerpo experimenta diariamente cambios. Entonces, podríamos decir, que el caníbal y sus víctimas tendrán un cuerpo ese día y no tiene que tener la misma materia que cuando murieron. Russell piensa que estas víctimas no deberían ser castigadas sin su cuerpo por culpa de caníbales y opina que toda esta problemática fue tratada perfectamente por las personas que veremos a continuación:


-          Atenágoras, un pensador cristiano, pensó que esto afecta claramente a los que creen en la vida después de la muerte, y que, en realidad, todos formamos parte de una gran cadena alimenticia, lo que ejemplifica con nuestro propio cuerpo. Este ejemplo se basa en que, si después de la muerte, nuestro cuerpo es comido por gusanos y demás criaturas y éstas, a su vez, más tarde se las comerán otros humanos, los últimos tienen la materia del cuerpo que las criaturas se comieron. Entonces, llegamos a otro problema, puede que no haya suficiente materia para que todos resucitemos. Su respuesta fue contundente: los átomos humanos no son asimilables como comida. Esto es algo que no convence mucho ya que sino los caníbales serían seres demacrados.
-          Orígenes, un siglo más tarde, llegó a una mejor conclusión que la del anterior. Este teólogo pensó que para resucitar no hacía falta que tengamos la misma materia, sino, simplemente, tener un cuerpo que se le parezca. Esto es, que tenemos que esperar que nuestro cuerpo tenga la misma forma, pero no la misma materia.
-          Una vez llegamos aquí, pensamos en el Fedón, libro que escribió Platón en el que existe un diálogo entre ambos. Gracias a este libro nos ha llegado la opinión que Sócrates tenía sobre la vida tras la muerte. Éste pensó que sería ahí cuando sería realmente libre, aunque, más tarde, Aristóteles dijo que era imposible sobrevivir sin las funciones físicas.
-          Aunque puede que lo mejor sea pensar que lo que realmente sobrevive es una especie de ego metafísico, una construcción psicológica. Esta es la conclusión de Avicena que argumentó que el cuerpo sólo era esencial en un primer momento para poder crear nuestra identidad, pero que luego ésta ya no depende del cuerpo para seguir existiendo.


Esta es la evolución y la conclusión a la que se llega de la problemática pregunta planteada en su día por Santo Tomás de Aquino. En mi opinión, la solución estaría a favor de este último filósofo, ya que el cuerpo nos sirve para realizar todo lo que se cuece en nuestra cabeza, pero después de la muerte, no necesitaríamos ni dientes, ni estómago, ni manos, ni pies ni nada, porque estas partes del cuerpo solo reaccionan ante órdenes de nuestro cerebro. Todo esto contradeciría a Orígenes, ya que si no tenemos estas partes, no tendríamos una misma forma. Pero creo que lo más acertado sería pensar como Avicena, aunque, todo esto suponiendo que el día del Juicio Final de verdad resucitáramos...